¿No tienes la impresión de que la palabra eficiencia se asocia siempre a un sistema? Pero un sistema puede ser la mar de bueno o un terrible mal de cabeza.

Hace poco, invertimos en un nuevo software de gestión de clientes, un CRM de los buenos, para mejorar nuestra eficiencia comercial. Pasadas cuatro semanas, noté que apenas se usaba. Investigando, vi que a muchos empleados les parecía complicado y no veían cómo les ayudaba más que las herramientas antiguas.

Eficiencia no equivale a tener un sistema. Ni tan solo a rutina. Uno puede seguir malos procedimientos o hábitos sistemáticamente y arruinarse. Conozco a más de uno, de dos, y de tres… que lo han conseguido en tiempo récord.

Eficiencia tampoco equivale a organización, por el mismo motivo. Una empresa bien organizada puede perfectamente incumplir sus objetivos y nunca conseguir el resultado. Tiene un plan y lo sigue sistemáticamente, pero no gana dienro ni crece.

Una persona, una organización eficiente es aquella que consigue el resultado esperado.

Ahí está la gran diferencia. Ese es el mensaje de hoy. La eficiencia tampoco debe asociarse a energía, ya que es todo lo contrario. Significa conseguir el mejor resultado con el menor esfuerzo. Recuerdo que siendo estudiante, mi querido amigo Lluís no se preparaba nunca los casos y bordaba la solución.  Yo, por el contrario, me dejaba las pestañas estudiando los puñeteros anexos para llegar a la misma conclusión. Evidentemente, Lluis era más eficiente que yo.

Déjame que te ponga algunos ejemplos:

  • Tú puedes llevar la contabilidad perfectamente al día, pero eso no te hará ganar más dinero, por mucho que cumplas con tus obligaciones fiscales y tengas buena información contable del negocio.
  • También puedes fabricar con una calidad excelente pero no vender ni una unidad de tu producto o servicio.
  • Tienes al personal muy motivado, pero sin objetivos ni responsabilidades concretas. Poca o nula eficiencia encontrarás en su trabajo.
  • Tú puedes conseguir el resultado uno o dos años, pero si te duermes en los laureles, tu empresa morirá en cuanto un competidor replique tu modelo y lo haga tan solo un 1% mejor que tú.

Ser eficiente supone conseguir el mejor resultado posible con el menor esfuerzo posible.

Si para conseguir el resultado deseado se gasta más de la cuenta, o el proyecto se entrega fuera de plazo, no hay eficiencia.

Las empresas que van bien se apoyan en el método científico de prueba y error. Se basan en hechos y en datos reales. Nada del otro jueves. Algo que cualquier persona puede hacer sin ser un genio ni tener conocimientos extraordinarios. Tan solo exige perseverancia y amor por la repetición crítica. Prueban y aprenden hasta conseguir ser eficientes. Si yo me gasto un 5% de las ventas en marketing, no estoy diciendo nada pero, si digo, que gastándome un 5% en publicidad, esta me ha generado cien clientes con una nueva venta de 250.000 €, estoy haciendo una afirmación científica, puesto que está comprobado.

La eficiencia ya no es una virtud que nos diferencie, sino un valor intrínseco a la propia cultura del CEO o del Consejo y hacer del negocio una ciencia basada en hechos comprobados, en vez de suposiciones, es responsabilidad del CEO. Y todos somos CEO’s de nuestra parcela de trabajo.

Espero haberme explicado bien y hacerte reflexionar acerca de la eficiencia de tu negocio.

Recuerda, solo hay una cosa mejor que ganar dinero, es hacerlo sistemáticamente.

Eso es todo.