Que nadie atribuya su mala suerte a no tener suficiente clientela.

La realidad es que siempre hay buenos clientes para los productos de calidad, y muy pocos se resisten a comprar un producto o servicio especialmente atractivo. Por lo general, todos gastamos más de lo que podemos.

El mercado no tiene límites conocidos.

Cuanto más se perfecciona la producción, más se expande el mercado.

El primer smartphone que me compré me costó 600 euros, y ya era de los mejores. Hoy uso un modelo que cuesta el doble. En veinte años, la demanda de smartphones de alta gama no ha dejado de crecer. Son muchos los clientes que buscan «lo mejor», sin importar el precio. Desear «lo mejor» es un anhelo de disfrute intenso. Es un sentimiento universal de distinción y de exclusividad.

Cuando un vendedor te dice: «Esto es lo mejor que hay», presenta un argumento imbatible, a menudo definitivo, que nos desarma.

No lo olvidemos nunca: el mercado no tiene límites.

Lo único que hace falta es acertar al ofrecer al público cosas útiles a precios que representen algo menos que el provecho que es posible sacar de aquello que se compra.

Para llegar a este resultado, hay que someter a una rigurosa disciplina todos los elementos que intervienen en el diseño, la producción y la venta de un artículo, a fin de poder dar mucha utilidad por un precio razonable.

Y ahora, responde con sinceridad, ¿de verdad piensas que no tienes suficientes clientes por mala suerte? Y, seamos honestos, ¿cuántas veces hemos terminado gastando más de lo que deberíamos?