Imagínate esto: llegas a la oficina por la mañana y tu equipo te espera para una reunión. De repente… ¡zasca! Te das cuenta de que no tienes ni idea de cómo solucionar el problemón que te están contando. Pero claro, eres el CEO, y tienes que parecer que lo sabes todo.

Aquí va el truco uno: nunca muestres preocupación y pánico. Asiente lentamente mientras te explican la situación, como si tu cerebro estuviera en modo procesador turbo. Si alguien te pregunta, suelta la pregunta mágica: “¿Y tú, qué piensas?”. Así ganas tiempo y, si aciertan, ¡puedes decir que era justo lo que pensabas!

Truco número dos. El efecto PowerPoint es otro salvavidas. Con una presentación aburrida, llena de gráficas que nadie entiende, lanza una frase técnica como: “Si analizamos estos números desde una perspectiva holística, el impacto será exponencial». Suena profundo y nadie se atreverá a cuestionarlo.

Y si todo falla, nos queda el truco número tres: siempre puedes hacer una escapada elegante con un “Necesito pensar un poco” o “Voy a consultarlo con mis fuentes” (que en realidad es código para “voy a googlearlo o preguntárselo al ChatGPT de turno en cuanto salga de aquí”).

A veces, ser CEO no es tener todas las respuestas, sino hacer que los demás piensen que las tienes.

Hay que tener buenos sistemas hasta para cuando uno tiene un mal día o no sabe por dónde empezar. Con mi método en tres pasos MSG —Mide, Simplifica y Ganarás dinero— te ayudo a diseñarlos y ponerlos en práctica.

¿Estás listo para dejar de improvisar y empezar a trabajar con sistemas que realmente funcionen? Hablemos.