En la vida, todos somos espejos que reflejan luz en los rincones oscuros de los demás. Cada vez que ayudas a alguien, ya sea resolviendo un problema, compartiendo un consejo o simplemente estando presente, estás vendiendo algo mucho más valioso que un producto o un servicio: estás vendiendo soluciones, tranquilidad y esperanza.

Y aquí viene la magia: quien ayuda, vende. Y quien vende, no solo gana dinero, sino también la llave para abrir las puertas de su propia libertad. Porque el dinero no es más que la recompensa por haber dado luz a alguien que lo necesitaba.

Así que, si lo piensas, el mejor vendedor no es el que presiona, sino el que ayuda. Ayudar, iluminar, cambiar vidas. Esa es la verdadera esencia de vender.

Comparto hoy esta excelente fábula que me manda mi buen amigo Cyrus Nagid Ostad (https://www.linkedin.com/in/cyrus-nagid-ostad-8aa46014/)

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El filósofo griego Dr. Papadros, al final de su clase diaria, preguntó:
«¿Alguien tiene alguna pregunta

Uno de los estudiantes, Robert Fulgham (escritor famoso), le dijo:
«Dr. Papadros, ¿cuál es el significado de la vida?»

Algunos estudiantes rieron, pero Papadros pidió silencio. Luego, sacó de su bolsa un pequeño espejo redondo y explicó:

«Cuando era niño, durante la guerra, éramos muy pobres y vivíamos en un pueblo remoto. Un día encontré pedazos de un espejo roto de una motocicleta alemana. Me quedé con el fragmento más grande y lo pulí sobre una piedra hasta hacerlo redondo.

Jugaba con ese espejo reflejando la luz del sol en los rincones más oscuros de la casa: grietas, armarios, lugares donde el sol no llegaba. Me fascinaba iluminar esas zonas oscuras, y ese juego se convirtió en mi pasatiempo favorito.

Cuando crecí, entendí que esto no era solo un juego de niño. Era una metáfora de lo que podía hacer con mi vida.

No soy la luz ni su fuente, pero puedo reflejarla. La luz —la verdad, el entendimiento, el conocimiento— viene de otro lugar, y yo puedo dirigirla hacia los lugares más oscuros del mundo o de la mente de las personas.

Soy un fragmento de espejo cuyo diseño completo no conozco. Pero, con lo que soy, puedo reflejar luz en las tinieblas. Y en algunos casos, puedo cambiar algo. Quizá otros también lo hagan. Eso es lo que busco.
Ese es el significado de mi vida».

El doctor tomó de nuevo el espejo y, con un rayo de sol que entraba por la ventana, lo reflejó en la sala, iluminando los rostros y manos de los presentes. Luego dijo:

«Llevemos luz donde hay oscuridad.
Esperanza donde no la hay.
Verdad donde hay mentiras.
Justicia donde hay injusticia.
Paz donde hay guerra.
Pasión y alegría donde hay pereza.
Conocimiento donde reina la ignorancia.

Ese es el significado de la vida».

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PD: Yo no sé si el Dr. Papadros sigue vivo, pero en tal caso, yo le preguntaría hoy: ¿Cómo llevar la luz a una sociedad ciega? Probablemente desde el corazón, pero ¿y si no tiene? Cultivar la paciencia…, ¿quizás?