«Cuando la gente me pregunta si fui a la escuela de cine, yo les digo: No, solo fui al cine». – Quentin Tarantino

Para hacer más amena la interpretación de mi frase favorita de hoy, me voy a inventar un hipotético diálogo con el crack del cine.

Álvaro: Quentin, cuéntame, ¿cómo se aprende a dirigir cine sin pisar una escuela?

Quentin Tarantino: ¡Ah, Álvaro! La verdad es que nunca ha necesitado un aula. Mi escuela fue el cine. Cada película que veía era una clase.

Álvaro: ¿Y cómo llevaste esas ‘clases’ a algo tan icónico como Pulp Fiction?

Quentin: Todo lo que aprendí lo puse en práctica ahí. Desde los diálogos hasta los giros de trama. Me inspiré en lo que veía y luego le di mi propio giro.

Álvaro: Increíble. Y en Kill Bill, ¿cómo fusionaste tantos géneros?

Quentin: Esa fue la parte divertida, Álvaro. Cogí trocitos de todo lo que amaba del cine —desde westerns hasta películas de kung-fu— y lo mezclé. Fue como hacer una gran ensalada de mis películas favoritas.

Álvaro: Y supongo que tu intuición jugó un papel importante, especialmente en escenas intensas como las de Malditos bastardos.

Quentin: Absolutamente. La técnica te lleva hasta un punto, pero al final, tu instinto te dice cuándo dar el toque de gracia personal. En Malditos bastardos, muchas de esas elecciones instintivas definieron el film.

Álvaro: Así que, en esencia, ¿dirías que aprender haciendo es tu método?

Quentin: Sin duda. Ver, hacer, aprender de los errores y mejorar. No hay nada que reemplace la experiencia directa, ya sea en el cine o en cualquier negocio.

Álvaro: Eso es exactamente lo que los empresarios necesitamos escuchar. Aprender de la acción, no solo de la teoría.

Quentin: Exacto. Y recuerda, siempre hay espacio para tu sello personal en todo lo que haces.

Álvaro: ¡Gracias por los consejos, Quentin! Esta charla ha sido toda una lección magistral.

Quentin: ¡El placer ha sido mío! Y nunca dejes de aprender y experimentar, Álvaro.

Lección del bueno de Quentin:

Él no fue a la típica escuela de cine, sino que aprendió yendo al cine, mirando películas.

Esto nos dice que no siempre hace falta seguir el camino que todos esperan para llegar a ser quien quieres ser. Por ejemplo, si te apasiona algo, como a Tarantino le apasionaba el cine, eso puede ser tu mejor escuela. Y lo mismo pasa en los negocios o en cualquier cosa que te guste: aprender haciendo cosas, experimentando por tu cuenta, puede ser tan bueno o incluso mejor que estar en clase. Además, si te atreves a pensar de otra manera a la convencional y a probar cosas nuevas, como hizo él mezclando géneros en sus películas, puedes acabar descubriendo algo genial que nadie más ha hecho.

Así que, ¿ves? A veces, seguir tu pasión y aprender por ti mismo puede llevarte a conseguir cosas increibles.

 

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