¿Cuánto dinero tiras cada mes por no simplificar?: El caso de una red de 12 tiendas de productos ecológicos

Hace poco estuve trabajando para una cadena de tiendas de productos ecológicos. Tienen 12 en distintas ciudades y facturan unos 6 millones de euros al año. El dueño, un tipo brillante pero con la cabeza en mil cosas, me llamó porque sentía que la empresa “iba bien, pero no despegaba”.

Cuando llegué, me encontré con un equipo desmotivado, saturado de tareas repetitivas y procesos que parecían diseñados para complicar, no para vender. Cada tienda hacía las cosas a su manera: su propio sistema de inventario, sus proveedores y sus formas de cuadrar caja. ¿El resultado? Productividad muy pobre, personal quemado, diferencias de inventario y descuadres de caja, errores en pedidos y clientes nada contentos. Lo típico.

Por ejemplo, en una de las tiendas, el inventario se actualizaba manualmente al final del día. Esto provocaba roturas de stock que afectaban a más de 200 referencias. En otra, los proveedores se gestionaban por correo electrónico sin un control centralizado, lo que generaba duplicidad en pedidos y sobrecostes del 10% mensual en compras innecesarias.

Pero el problema no era solo de los procesos… era el CEO. Cada vez que algo fallaba, él metía mano: revisaba facturas, gestionaba incidencias, y mientras tanto, perdía horas que debería dedicar a hacer crecer el negocio. Solo en gestión de incidencias, el CEO invertía unas 15 horas semanales.

¿Cuánto le costaba esa Torre de Babel?

Más de 25.000€ al mes. Entre horas extras del personal, diferencias de inventario y roturas por stock mal gestionado, ventas que se perdían por falta de organización. Por ejemplo, solo la pérdida de ventas por productos con rotura de stock suponía unos 25.000€ mensuales (en una tienda). Todo por no tener sistemas, responsables claros ni procesos simples.

¿Qué hicimos?

Nada complicado. En quince días, montamos una tienda piloto. Definimos métricas sencillas, con un equipo de trabajo, estandarizamos cómo hacer las cosas y automatizamos lo básico: diferencias de inventario, turnos de personal, proveedores, atención al cliente y cuadre de caja.

¿Ejemplos? Implantamos un sistema automático que actualizaba el inventario en tiempo real y una plataforma unificada para gestionar proveedores. El cierre de caja pasó a ser automático y sin errores. La dejamos rodar 90 días.

¿El resultado? La tienda empezó a funcionar casi sola. Las roturas de stock se redujeron un 80% y los tiempos de cierre de caja pasaron de 45 minutos a 10. Vimos que el modelo funcionaba y lo replicamos de tres en tres cada mes. En tres meses, la empresa no solo recortó gastos, sino que aumentó un 20% sus beneficios.

Ah, y al CEO le devolvimos dos buenas horas diarias que se pasaba haciendo de bombero. Eso sí, decidimos promocionar a uno de sus mejores jefes de tienda a jefe nacional de operaciones. El nuevo rey de los bomberos.

Ahora te pregunto:
¿Cuánto dinero estás tirando cada mes por no simplificar tu negocio?

Si no lo tienes claro, quizá sea momento de medirlo. Porque lo que no se mide, no se mejora. Y lo que no se simplifica… te está costando más de lo que piensas.

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