Me voy a Andorra: FUCK TAX. No es una opinión.

Es la camiseta del hijo de un amigo. Tiene una buena startup y se va a Andorra.

Y no, no era una broma.

Negra, letras blancas, bien grande en el pecho. Súper chula, la verdad. Original donde las haya.

Un chaval espabilado y con ganas. Que ha crecido con becas, hospitales públicos, wifi en la uni, Erasmus, vacunas y carreteras gratis…

Y ahora que empieza a ganar pasta, se declara objetor fiscal.

Una pregunta: Si tú pagaras a un proveedor que hace todo mal… dejarías de pagarle. ¿Y al Estado, por qué no?

No es que no quiera pagar impuestos. Es que no se fía.
Ni del sistema.
Ni de los que lo gestionan.
Ni de lo que hacen con lo que paga.

Y, sinceramente, algo de razón tiene.

Porque si tú trabajas 16 horas al día, emprendes, te la juegas… Y luego ves cómo se va el 47 % de lo que ganas para mantener ineficiencias, intereses de la deuda galopante, amiguismos y mamotretos administrativos…

Pues claro que te cabreas.

Y te pones una camiseta.
Y te montas la empresa en Estonia.
Y te vas a Andorra. O a Portugal.

¿Eso es insolidario? ¿O es una forma de protesta?

Mi opinión: Si el sistema no cambia, la gente que puede… se va.

Muchos empresarios no huyen de Hacienda, huyen de la ineficiencia del sistema.

¿Es justo? No.
¿Es legal? Sí.
¿Es evitable? También.

La solución no es perseguir al que se va, es hacer lo posible para que quiera quedarse, ¿no crees?

Con eficiencia. Con agilidad. Con sentido común. Y con un poco de respeto al que lo crea, lo arriesga y lo levanta.

Yo no defiendo el “no pagar”. Defiendo el “pagar a cambio de algo que funcione”. El problema no es pagar impuestos. El problema es sentir que estás financiando el despilfarro.

Yo propongo elegir a quién y a qué entrego mi dinero. No que me lo gestionen quienes ya han demostrado que no saben.

Pero ojo… Antes de criticar al sistema, mira el tuyo. Si no sabes en qué se te va el dinero, no culpes a Hacienda. Cúlpate a ti. Mira en qué se te va el dinero dentro de tu empresa. Igual el agujero está más cerca de lo que crees.

Empieza por casa: tu empresa, porque si no controlas tus números, ya puedes irte a Andorra o a Kuala Lumpur, que el problema seguirá contigo.

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