Según la wikipedia, «Persona que se queja o protesta con frecuencia, especialmente si lo hace por costumbre o sin una causa importante». Y yo añado además que, «dícese de aquel tocapelotas que se queja por aquello que no puede cambiar». ¡Esos son los peores¡

Cuando trabajaba para la multinacional logística TNT, mi jefe Jerry, tenía pegado en al puerta de su despacho un  DIN A4 que decía, «TIENE USTED UN PROBLEMA O FORMA PARTE DE LA SOLUCIÓN». ¿Te imaginas lo acojonante que era traspasar la puerta del boss? Algo así como esa escena de En busca del arca perdida, en la que  Indiana Jones cierra los ojos y se entrega a su fe antes de cruzar el abismo para coger el Santo Grial.

¿Eres quejica? Todos lo somos. Bueno un poco. Eso sí, en la empresa y ante tus hijos, ¡ni de coña!

Mi madre, de  pequeño, cuando me ponía a llorar como un borrego, me hacía ir al váter. Me decía, «Álvaro, a llorar al váter. Sales cuando acabes«. Y yo, que era un llorón de campeonato, lo cumplía a piés juntillas. Sin saberlo me enseñó que de poco sirve quejarse. Mover el culo en la dirección correcta es lo que te genera resultados, ¿no crees?

A los empresarios no nos gusta la gente quejica. Queremos personas que estén orientadas al resultado. Tampoco los tiquismiquis, esos que a todo le ponen pegas, en especial a las chorradas sin importancia. Nuestro ADN está centrado en solucionar problemas. A veces, debo reconocer, que esa programación que llevamos también nos traiciona y nos precipitamos. Consejo 1: Cuando contrates a alguien, evita los quejicas. Como tengas la mala suerte de pillar uno, el equipo estará corrompido en dos semanas.

Consejo 2: No te quejes, por fa. Hazte un favor a ti mismo y a quiénes te rodean.  Sé estoico y acepta la realidad que te ha tocado vivir. Dedica toda tu energía a pensar en mejorar tu negocio. En ayudar a tus empleados. En adelantarte a las necesidades de tus clientes. En hacer las cosas bien. En ganar dinero y crecer con orden. En quitarte deuda mala, de esa cuyo ROI está por debajo de lo necesitas. En estar siempre en tu propio «Day one». Eso es lo que se espera de un CEO.

Yo sé que puedes. Si yo fuí capaz de dejar de ser el llorica de la casa, tu -fijo-, que puedes. Por cierto, espero que tus empleados no te manden al váter por llorica.

Feliz jornada;)