Si algo he aprendido en todos estos años es que no todo consiste en sentarse en una sala de reuniones divagando en equipo con gráficos pomposos y planificar cada movimiento.

No, no, no.

La mayoría de las veces, la mejor estrategia surge cuando estás en medio de la acción.

¿Estrategia es hacer o es planificar? ¿O es planificar haciendo?

¿Recuerdas el famoso caso de Netflix? Bueno, resulta que no comenzaron como el gigante del streaming que conocemos hoy. Al principio, eran una compañía de alquiler de DVDs por correo. Pero en lugar de aferrarse a esa estrategia original, se adaptaron, pivotaron y se convirtieron en lo que son ahora.

O algunos de mis clientes con cadenas de pequeños negocios locales que se han tenido que reinventar para sobrevivir: Una tienda de comestibles que se pasó al mundo On line. Un restaurante que empezó a dar clases de cocina por internet. Otra tienda de ropa que se lanzó de lleno al comercio electrónico. Una panadería que empezó a vender sus productos en las cafeterías del barrio. Una tienda de juguetes educativos que comenzó a dar talleres para genetd el barrio. Incluso una peluquería que añadió productos para el pelo y uñas a su oferta. O una tienda de ropa que ahora alquila vestidos. Ah, y el restaurante que se puso las pilas con el reparto a domicilio. Para rematar, una tienda de regalos que se especializó en productos personalizados.

¡Eso es planificar haciendo!

A la velocidad que va hoy el mercado, ¿vale la pena tener una estrategia o mejor nos centramos en ejecutar pivotando?

Como dijo una vez Mike Tyson, «Todos tenemos un plan hasta que nos dan un puñetazo». O mi querido padre que ante un problema gordo, gordo, siempre nos repetía «Coño, ¡me pensaba que era un pedo, y me he cagao!». Esto me recuerda que, aunque la planificación estratégica es esencial, a veces la realidad puede sorprendernos y obligarnos a adaptarnos de manera rápida y creativa. Antes apuntábamos con precisión militar antes de disparar. Nos tomábamos nuestro tiempo. Ahora disparamos con ráfagas y vamos ajustando el tiro. Prima la velocidad sobre todo lo demás. Quien llega primero se queda con el 50% del pastel. ¡El Time to Market es hoy en día el rey del management!

Por otro lado, Peter Drucker nos advierte que «La cultura se come con patatas a la estrategia». Esto significa que, sin una cultura sólida y alineada con nuestros objetivos, incluso la mejor estrategia puede quedarse en papel mojado. Hay que estar preparado para lo peor.

Entonces, ¿qué opinas? ¿A ti que es lo que te funciona?

¿Deberíamos enfocarnos en una estrategia sólida «cocida a fuego lento» o ser ágiles y estar listos para pivotar cuando sea necesario?

Para mi que soy hombre de acción, la mejor estrategia es tener el valor de lanzarte a la piscina y aprender a nadar mientras avanzas…, pero mirando siempre antes que haya agua suficiente no sea que no la cuentes… Quizás lo más importante sea aceptar que aquello que hasta ahora nos daba resultado, ya no y que debemos cambiar.

¡Me encantaría conocer tu opinión y experiencia al respecto! Ya sé que la clave está en encontrar el equilibrio adecuado entre planificación y adaptación.