«¿Cuánta tierra necesita un hombre?» es un relato corto brillante del gran Tolstoi que explica la historia de Pakhom, un campesino pobre de solemnidad que cree que solo sería feliz si tuviera más tierras. A medida que va adquiriendo más y más propiedades, su sed de posesiones no se acaba. Un día, oye hablar de una comunidad donde la tierra es barata y abundante. Ni corto ni perezoso, sacrifica todo lo que tiene para ir al lejano y prometedor lugar. Llega y los burgueses locales ofrecen a Pakhom tanto terreno como pueda abarcar caminando en un día, pero con la condición de que debe volver al punto de partida antes del atardecer.

Pakhom acepta el trato y echa a correr, como si no existiera un mañana. Sin embargo, su codicia lo lleva a sobreestimar sus fuerzas. Exhausto, sin comer ni beber, Pakhom corre desesperadamente hacia el punto de partida para completar el círculo antes de que el sol se ponga. Consigue llegar justo a tiempo. ¡Se ha cumplido el sueño de su vida!, pero con el último paso, cae muerto al suelo. Todo lo que necesita ahora es un metro setenta de tierra para su tumba.

¿No te parece brillante la parábola en que resalta la ironía de la ambición desmedida de la codicia humana?

¿Alguna vez te has parado a pensar si lo que haces es realmente lo que te llena?

¿Si tu vida está equilibrada y si haces lo propio para que la de tus empleados también lo esté?

Yo cometí ese error durante muchos años. Lo llamo el «espejismo del éxito». Ahora, ya no.