Si quieres vender más, ¡cállate!

Si quieres trabajar menos, ¡cállate!

Si quieres ser mejor empresario, ¡cállate!

Si quieres tener una mejor relación con tu pareja, con tus hijos y familiares y, como no, también  con tus compañeros, por favor, ¡cállate!

Si quieres conocerte mejor a ti mismo, ¡cállate!

Escucha y no hables de más.

Te explico algunas cosas que creo haber aprendido.

¡Joder qué difícil nos lo pones hoy Álvaro!

 

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste escuchado de verdad? ¿Sin prisas?

¿Cuántas veces puedes permitirte el lujo de que te repitan una pregunta compleja y te den diez o quince segundos para pensar antes de responder? ¿No sería lógico hacerlo así? Un experto tirador, antes de disparar se toma su tiempo para apuntar bien y no errar en el tiro.

 

¿Has calculado alguna vez el coste de los malentendidos?

¿No te parece increíble que siendo tan importante ser productivo, no pongamos más atención en escuchar bien a los demás y también que se nos escuche?

¿Te has fijado en la necesidad de hablar y hablar que tienen algunas personas? No paran de hacerlo y casi siempre de forma superficial y en bucle. Parece que vomiten pensamientos sin ton ni son. Ya, ya sé que en el colegio no nos lo enseñan. Tampoco en la Uni. ¿Quizás en la familia? ¿Quizás si tropiezas con un buen amigo o un buen jefe?

 

¿Por qué en occidente está tal mal visto el silencio? Fíjate que en cuanto aparece el silencio alguien debe ponerse a hablar. En el silencio está la reflexión, la sabiduría, el descanso y la confianza. Un buen silencio te da autoridad en un momento dado. Te calma tras una buena respiración profunda. Te centra cuando pierdes foco.

El dominio máximo de la comunicación está en saber dominar el silencio. Al menos eso es lo que dicen los que saben de esto. ¿Cuántos silencios has practicado hoy? ¿Y ayer? ¿Esta semana? Anótalos e incluye este indicador como métrica de mejora de tu comunicación personal.

 

¿Cuándo fue la última vez que practicaste la escucha?

Recuerdo que mi mejor contrato lo firmé durante una comida con un buen cliente al cual apenas pude atender debido a no haber dormido nada la noche anterior. Él se pasó toda la comida hablando del proyecto y yo iba asintiendo y lanzando alguna pregunta genérica. ¿No te ha pasado nunca? Al final me dijo, Álvaro, veo que nos vamos a entender bien. Y firmó y además no me dejó pagar. Ese día descubrí que en el silencio hay poder.

Pocas habilidades hay más productivias que saber escuchar.

Escuchar bien es todo un arte. Hay que hacerlo con la mente, con el cuerpo, con nuestra mirada. Que quien está contigo sienta que estás por él. Fíjate bien en que quien te habla rápido es porque tu le escuchas poco y mal. Al contrario, en cuanto empieces a escuchar bien, te darás cuenta de que tu interlocutor te habla mejor. Con más precisión. A mi también me pasa.

Mantener una conversación no debería ser un relevo de monólogos. A ti también te pasa, ¿verdad? Eso espero.

Tenía un buen jefe  belga que me decía a menudo: Álvaro, la cabeza de las personas es como enorme vaso lleno de mierda (refiriéndose a los miles de pensamientos que nos desbordan). Escúchales para que vacíen la que tienen o difícilmente les podrás meter nada dentro. Nuestro trabajo como líderes está en saber vaciar y ordenar esos malditos 80.000 pensamientos diarios (casi uno por segundo). Sin escuchar el agua no fluye. Se estanca y se pudre. ¡Escucha!

 

Escucha también a tu entorno. Estate atento a lo que pasa a tu alrededor.

Cuando cojo el autobús en Santa Cruz de Bolivia o en Dakar nunca veo ninguna cola. En el momento que llega, una multitud sale despavorida de bares y portales y a empujones conseguimos entrar. En cualquier ciudad de Europa o de los EE.UU. esto es impensable. Hay un orden. Hacemos cola por orden de llegada. Al principio te cabreas pero luego escuchas y acabas dándote cuenta de que son tan solo patrones culturales y piensas, ¡menos mal que no todos hacemos las cosas de la misma forma! En tu casa, sin ir más lejos, estoy convencido de que cada uno ordena el lavaplatos como mejor considera, ¿no? Hay que aprender también a  escuchar respetando nuestras diferencias. Hoy, por suerte, el mundo es global, multiracial y la mezcla de patrones y creencias es infinita. Como no adaptes tu escucha a tu entorno, estarás muerto (en el sentido productivo me refiero). Be water my friend que decía Bruce Lee.

Párate. Respira. Está atento a la persona que tienes delante. Con todos tus sentidos. Sin prejuicios. Sin hacer suposiciones. No abras la voca sin pensar bien lo que vas a decir. Imagínate que fuese la última vez que hablases con ella. No es fácil. Yo sigo siendo aprendiendo.

Por favor escucha el doble de lo que hablas, por lo menos. Piensa en el silencio como en tu respiración, inhala y exhala. Si no lo haces, te ahogas o ahogas a los demás. Practica algunos minutos cada día. Observa qué pasa cuando ante un atasco de tráfico apagas la radio y te escuchas a ti mismo. Cuando vayas caminando por la calle o haciendo deporte, no te pongas música inmediatamente. Deja que tu cabeza descanse.  Quita ruido y escucha a tus pensamientos. Te conocerás mejor a ti mismo.

En resumen, si quieres ser más productivo, mejora tu capacidad de escuchar. Conectarás antes y con mayor confianza.

Las personas de éxito que concozco, saben hacerlo. Saben buscar el silencio. No solo dominan la escucha activa sino que hacen de él su cómplice. Practica contigo mismo y también con los demás. El silencio te lleva hacia lo importante y te hará invencible. Es como si Superman te dejase su capa. Pocas habilidades te harán sentir tan bien contigo mismo y tan productivo.

Hola, me llamo Álvaro Navarrete y hago que las empresas ganen más dinero mejorando su habilidad de su escucha. Si no sabes escuchar a tus clientes, a tus empleados, proveedores o socios, yo puedo ayudarte.

alvaro@superpyme.es