Antes que la solución, pregúntate si realmente tienes un problema

Para encontrar una buena solución, primero necesitas un buen problema.

Sin un problema, estás perdiendo el tiempo. ¿De verdad lo tienes?

El 90% de las veces, NO.

Muchas soluciones fallan porque, aunque sean brillantes, no resuelven nada de lo que realmente te duele. Como decía Drucker, «no hay nada más ineficiente que hacer perfectamente lo que no hace falta».

No hay un problema. Así que, paso uno: asegúrate de que tienes uno de verdad entre manos, algo que merezca tu tiempo y energía.

Paso dos: no te obsesiones con encontrar la “solución perfecta.” Esa fantasía nos consume, pero la realidad es que, como dicen, “todos los caminos llevan a Roma.” Hay miles de formas de llegar al mismo resultado. Lo importante es que le des al problema la vuelta que necesita y, al final, la mejor solución llegará sola. Solo te hace falta un camino. ¿No me crees? Prueba este ejercicio:

Sal a caminar. Pero llévate a tu problema contigo. Sí, como lo oyes: no vas solo, te lo llevas. Es un paseo para dos, y tanto tu mente como tu cuerpo estarán en marcha. Deja que el problema se “exprese,” que te “diga” lo que necesita para resolverse. No tomes decisiones en caliente; cada idea necesita su tiempo para madurar, igual que dejas enfriar un buen guiso antes de probarlo. Y esto es importante: no te rías ni descartes las ideas que surjan, aunque te parezcan disparatadas. Este es tu brainstorming particular, ese rato en el que tu Pepito Grillo te habla sin filtros.

Conforme caminas, paso a paso, te darás cuenta de dos cosas: uno, si realmente tienes un problema entre manos. Y dos, cuál de las ideas que han aparecido en ese paseo puede ser la solución que estabas buscando.

Al final, cuando vuelvas a tu oficina, ya no seréis dos, tú y el problema. Volveréis tres: tú, el problema… y la solución.

Porque eso es lo que de verdad define un problema: una situación no deseada que te aleja de tu objetivo, pero para encontrar soluciones es obligado tener objetivos.

La mayoría de las veces nos complicamos la vida porque nos faltan objetivos no porque no tengamos soluciones. Y así, perdemos el tiempo  la vida en “problemas” que ni siquiera lo son. Es como ponerse a correr en dirección contraria.

Soy Álvaro Navarrete, y me pagan para resolver problemas en las pymes. ¿Tienes alguno que valga la pena?

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