Registro
Dato. Durante un mes, estuve comparando mis tiempos de agenda. Estaba convencido de que era capaz de dividir mi tiempo profesional en cuatro bloques: uno a clientes y proveedores importantes, otro bloque a mandos y empleados, un tercero a temas de formación personal y, por último, el cuarto a temas de ayuda en mi comunidad. Total que cada semana, durante ese mes, contabilicé el plan contra el real en términos de tiempo como métrica de gestión. ¿Resultado? Pues lamentable. Resultó que la mayor parte de mi tiempo lo dedicaba a seguir los presupuestos y pedidos de mis clientes más importantes molestando a mis compañeros de fábrica y logística con llamadas e interrupciones innecesarias, sin que apenas dedicaba tiempo al resto de áreas siendo también prioritarias. Cuando vi el resultado de mi registro de tiempo, aprendí que una cosa es apuntar lo que quieres hacer y otra muy distinta es engañarse haciendo lo que a uno le gusta sin saber poner foco en lo importante. Desde entonces, hago regularmente este ejercicio cada seis meses y descubro hacia qué tareas no productivas me arrastran mi ego. Luego me doy un baño de verdad y rehago mi plan.