Desde el primer día que venimos al mundo, negociamos. Al llorar no pretendemos otra cosa que llamar la atención de nuestra madre para que nos de el pecho y nos proteja.
En la vida si no sabes negociar, no llegarás muy lejos.
- Conoce el poder de tu contrario: Antes de una negociación, investiga y comprende la posición y los recursos de la otra parte. Esto te permitirá determinar tu propio poder en la situación.
- Ser asertivo: Durante una negociación, habla con claridad y confianza sobre tus objetivos y límites. Esto te ayudará a mantener una postura fuerte sin ser agresivo.
- Ten tus objetivos claros: Define tus objetivos antes de la negociación y mantente enfocado en ellos durante el proceso. Escríbelos.
- Sé flexible: Acepta la posibilidad de soluciones diferentes a las que inicialmente tenías en mente. Ser abierto a nuevas ideas puede llevar a un acuerdo más satisfactorio para ambas partes. Recuerda siempre “que la suma de cerebros, multiplica el resultado”.
- Identifica intereses comunes: Durante la negociación, busca formas de satisfacer tanto tus necesidades como las de la otra parte. Acuérdate del Win-Win (gano-gana, ganamos.)
- Mantén la calma: Mantén la compostura y la concentración en todo momento, incluso cuando la negociación se vuelve tensa.
- Escucha activamente: Presta atención a las necesidades y deseos de la otra parte, y trata de entender sus perspectivas.
- Conoce cuándo cerrar un trato: Reconoce cuándo un acuerdo es razonable y cuándo es hora de finalizar la negociación. No te rindas ante una solución que no es adecuada para ti.
- Nunca des la sensación de tener necesidad por cerrar un trato: En cuanto tu adversario lo detecte, estás muerto (metafóricamente hablando).