- Lo primero: vacía tu mente. Escribe todas las tareas que te vengan a la cabeza.
- Agrúpalas por proyectos y objetivos.
- Prioriza tareas: Lo bueno breve, dos veces bueno. Pocas pero importantes. Ejemplo, clasificar tareas como A (alta prioridad), B (prioridad media) y C (baja prioridad).
- Delega y desecha las que no sean importante.
- Fija plazos: Ejemplo, establecer una fecha límite para terminar un informe de proyecto para el viernes.
- Mantén una lista lo más breve posible: Ejemplo, limitar la cantidad de tareas diarias a 3-5 tareas importantes.
- Sé realista: Ejemplo, ser consciente de tu carga de trabajo y no agregar más tareas de las que puedes manejar.
- Revisa tus objetivos a diario: Ejemplo, revisar tu lista de tareas a la mañana y al final del día para actualizar el progreso. La revisión diaria te ayuda a mantener un seguimiento y a asegurarte de que no se te olviden tareas importantes. También te permite reorganizar y priorizar la lista según sea necesario.
- Sé flexible: Ejemplo, estar dispuesto a reorganizar la lista de tareas si surgen situaciones imprevistas o prioridades cambiantes. Recuerda que hay que disfrutar del proceso y no obsesionarse con el resultado.
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