Director general familiar: no confundas lealtad con obediencia.

Si eres director general en una empresa familiar, tu lealtad debe estar con el crecimiento de la empresa, no con contentar a todos los miembros de la familia. Tu papel es liderar, tomar decisiones difíciles y vivir en Day One: ese estado mental de empresario que describe tan bien Jeff Bezos y que busca crecer, innovar o, si es necesario, preparar la empresa para venderla en su mejor momento.

El problema surge cuando la familia confunde lealtad con obediencia absoluta. No estás ahí para ser un «sí, señor» que cumple a rajatabla los caprichos familiares, sino para garantizar el futuro del negocio. Ser leal no significa ser sumiso; significa ser valiente, decir lo que nadie quiere escuchar y hacer lo que nadie se atreve a hacer.

Imagina esta situación: estás en una reunión familiar y como director dices: “Esta empresa necesita profesionalizarse, y eso implica que no todos los de la familia tendrán un puesto asegurado”. Silencio. Alguna mirada reprobatoria. Y finalmente, ese comentario que todos temen: “¿No se supone que estás aquí para apoyarnos?”.

Aquí está el error: en muchas empresas familiares se confunde la lealtad con la obediencia ciega. Pero un buen director no está para quedar bien, está para liderar. Y liderar no es decir lo que quieren oír, sino lo que necesitan escuchar. Si nadie se incomoda con tus decisiones, no estás liderando, estás simplemente siguiendo el dictado que te marca la familia.

Tu papel, como CEO, es romper inercias, generar tensión productiva y tomar decisiones orientadas al crecimiento. Es vivir constantemente en Day One: pensar en cómo profesionalizar, hacer crecer o preparar la empresa para su mejor versión. Y sí, eso genera incomodidad.

 

La incomodidad como métrica de liderazgo

Mi métrica favorita para saber si estás haciendo bien tu trabajo no es la aprobación ni el consenso: es la incomodidad. Porque liderar no es complacer, es transformar. Y toda transformación, especialmente en una empresa familiar, genera tensión.

Cuando desafías tradiciones, profesionalizas roles o priorizas el negocio sobre los egos individuales, alguien se va a remover en su silla. Y eso está bien. Esa incomodidad no es un problema, es una señal de que estás desafiando lo establecido y enfocando el negocio hacia lo que realmente importa: el crecimiento sostenible.

Una familia unida se cuida en casa. Una empresa familiar se cuida con liderazgo firme,convenciendo al consejo con decisiones valientes y, sí, incomodidad.

La pregunta es: ¿estás dispuesto a asumirlo? ¿Tienes claro tu papel? Porque ahí, y solo ahí, reside tu verdadera lealtad.

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