Lo que te voy a decir hoy vale millones.

Voy.

No contrates a tu pareja, ni aunque sea al principio de la empresa y trabajes 18 horas al día. A este error le llamo el «efecto corazón sobre la razón». Trabajar de cerca con tu media naranja puede parecer ideal en teoría, pero en la práctica, mezclar asuntos personales con los del negocio es un mal planteamiento. Yo cometí este error con mi mujer y nos quedamos sin ingresos la primera vez que me arruiné. Felizmente seguimos juntos desde hace más de treinta años.

Nunca contrates a tus amigos. Me he equivocado tres veces en esto, y en cada ocasión, tuve que despedirlos, lo que terminó con nuestra amistad.

También te recomiendo que evites contratar a familiares. Cometí este error una vez, y el conflicto duró diez años.

Nunca, nunca, nunca contrates a tus clientes, aunque insistan, tampoco es buena idea. Ser cliente no los califica automáticamente para trabajar en tu empresa. He caído en este error cuatro o cinco veces.

Tampoco contrates a los hijos de tus clientes. Si llega el momento de despedirlos, lógicamente, perderás a ese cliente.

Nunca, bajo ninguna circunstancia, contrates a hijos de empleados o socios, incluyéndote, of course. El nepotismo, la práctica de favorecer a amigos o familiares, limita el crecimiento de cualquier empresa. Afortunadamente, no he cometido este error. Mis hijos, para orgullo de su madre y mío, han sido independientes y han prosperado por su cuenta. Cabe decir que, como buen hijo de fruteros que soy, he trabajado en la empresa familiar de sol a sol hasta que me fui de casa, pero eran otros tiempos y otras reglas del juego.

Evita contratar a genios. Lo llamo el «efecto Steve Jobs». Aunque puedan tener ideas maravillosas y mucha creatividad, son súper difíciles de manejar y son un foco constante de conflictos. Si es imprescindible contratarlos para evitar que se unan a la competencia, hazlo, pero prepárate y «átate los machos.»

No contrates a alguien solo porque te cae bien en una entrevista. A esto lo denomino el «efecto primera cita». Puede que todo parezca perfecto y haya buen rollo, pero recuerda, estás buscando a alguien que aporte valor a tu empresa, no buscando un nuevo amigo para salir a tomar café. Me ha pasado bastantes veces, y al final, la buena química inicial no siempre se traduce en productividad.

 

«Contrata siempre a damas y caballeros con buena actitud y un buen cerebro», como aconsejaba Walt Disney. 

 

Busca personas honestas y comprometidas que encajen bien en el puesto y en la cultura de tu empresa y, apoder ser, que quieran hacer carrera.

Mi recomendación de hoy:

 

Desarrolla un sistema claro para contratar y despedir. Es todo un arte, y cuanto antes tengas claro cómo hacerlo, mejor.

 

Diseña un buen organigrama pensando en lo que necesitas hoy y, aún más, en lo que necesitarás durante tres años.

Tus júniors de hoy serán tus seniors del mañana.

Describe sus puestos, funciones y competencias. Eso te dará claridad a la hora de contratar y evitará que sufras el síndrome del impostor cuando digas no.

Si no sabes por dónde empezar, llámame. Yo te ayudo.