Simple
¿Recuerdas cuándo empezaste en tu negocio? ¿Recuerdas esa primera venta? ¿Recuerdas cuándo tu primer cliente te ayuda a diseñar tu primer producto o servicio aportando un feedback constante sobre lo que quería y sobre cuánto estaba dispuesto a pagar por él? Traslada esa misma experiencia o sensación a tu primer empleado o a tu primer proveedor. ¿Qué ha pasado desde entonces? El éxito nos aleja de la primera línea de fuego. El ego mina nuestra humildad y nos aparta de lo realmente importante que es tener claro por qué nos compra un cliente y por qué un buen empleado o un buen proveedor trabaja para nosotros. Cuando crecemos como empresas, es natural que empecemos a complicar las cosas y apartarnos de lo simple; de lo sencillo y práctico. Al final nos vamos alejando de la realidad y la percibimos bajo el prisma de quienes nos la explican o de nuestros propios filtros. Es como disfrutar de un paisaje viajando desde la ventana del coche en lugar de ir paseando. Ese tipo de claridad es la que perdemos cuando crecemos y la que hay que proteger a cal y canto, desde el Director General hasta el último empleado. Cuando empezamos a ver la empresa como un ecosistema de métricas y procesos en lugar de personas -stakeholders-, es síntoma de que debemos parar a reflexionar. Cuanto más lejos estés como líder de tu primera línea, más difícil te será entender el negocio y tomar las decisiones adecuadas. Y no olvides el dicho “de lo que te dicen, no te creas nada y te lo veas, la mitad. ¿Qué me funciona a mí? Pues me siento en centralita y atiendo las llamadas quince minutos al día. Luego respondo a los chats y correos electrónicos que llegan. Si estoy en la fábrica, practico Gemba walk in mientras veo los problemas de calidad. Suelo tomar como propios los problemas más importantes en lugar de delegarlos. eso me permite conocer mejor a mi gente y ser más respetado. Solo un modelo sencillo es repetible. No lo olvides. Lo repito para que se te quede claro: Solo si tu modelo es sencillo, podrás replicarlo. Ver complejidad.